¡Queridísimos espectadores de Benidorm y alrededores, prepárense para el relato más épico de la historia reciente de nuestras queridas fiestas de Moros y Cristianos! Lo que ha sucedido en la plaza del Castillo no tiene parangón, ¡una auténtica película de acción en vivo, digna de Hollywood!

Todo comenzó con una entrada majestuosa. El bando moro hizo su aparición con una extravagancia que dejó a todos boquiabiertos. Caballos imponentes, adornados con joyas que reflejaban el sol como si fuera un espectáculo de luces, trotaban por la plaza mientras los señores moros, vestidos con sedas y terciopelos, avanzaban con una confianza desbordante. ¿El plan? ¡Comprarse la ciudad con oro, riquezas y, para sorpresa de todos, ofrecían hasta mujeres en trueque! Sí, ¡lo has oído bien! El comandante moro llegó con una oferta tentadora, esperando que los cristianos, sitiados y agotados, se rindieran ante semejante tesoro.

Pero aquí no había trato que valiera, amigos. ¡Los cristianos no iban a vender su ciudad por todo el oro del mundo! Desde lo alto del castillo, su comandante, con mirada firme y gesto desafiante, rechazó la oferta con un rotundo “¡no!”. Y ahí, mis queridos, empezó la verdadera acción.

Ante la negativa, la situación se tornó tensa. Los moros, con sus armas en mano y sus caballos relinchando impacientes, no iban a irse con las manos vacías. ¡La batalla estalló con una furia que hizo vibrar los cimientos de Benidorm! Espadas al aire, tambores de guerra resonando y un ejército moro dispuesto a todo. Los cristianos, aunque valientes, se vieron superados por la fuerza del enemigo que, con estrategia y potencia, fue reduciendo una a una las defensas del castillo.

¡Qué espectáculo, señores! La plaza se convirtió en un campo de batalla digno de las antiguas leyendas. La guardia cristiana luchaba con todas sus fuerzas, pero el bando moro, imparable, avanzaba sin descanso. Y cuando todos pensaban que la resistencia cristiana aguantaría, el final llegó. Los moros tomaron el castillo en una embestida final que dejó a todos sin aliento. ¡La ciudad cayó en manos moras!

Los aplausos resonaron por toda la plaza, pero no eran solo por la victoria. El público sabía que acababan de ser testigos de una representación vibrante, emocionante y cargada de simbolismo. Benidorm había vuelto a revivir sus gloriosas raíces, y lo había hecho a lo grande, con espectáculo, pasión y esa chispa dramática que tanto nos gusta.

¡Una entrada de Moros y Cristianos que pasará a la historia, señoras y señores! ¡Nos han dado batallas, traiciones y ofrecimientos insólitos, y todo en una tarde que nadie olvidará! ¡Así se vive la leyenda en Benidorm!

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Por Francisco

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